Primera cosecha

canastita

No es en vano que nos hayamos mudado a la punta del cerro. Sí, es precisa cierta habilidad persuasiva para convencer a los taxistas de traernos hasta aquí, al final de San Jerónimo, pero tal vez por eso hace semanas que no me subo a un taxi. Me trepo a la combi, tranquila y limpia, y me bajo en el último paradero. A todos los lados me protegen cerros verdísimos. Cruzo las vías del tren. Llego a casa, al jardín salvaje que estamos domesticando muy poco a poco. Caminamos alrededor de los árboles y los arbustos y las trepadoras y vamos llenando la canastita. Frutas, flores de calabaza, una calabacita, aguaymantos.

celeste y canasta

Mientras tanto, Celeste vacía la canastita. Micael la vuelve a llenar. Celeste la vuelve a vaciar.

flores fritas

Acompañamos la cena con unas flores de calabaza arrebosadas, según una receta de un libro italiano de mi abuelo.

pastel de frutas

Y como todavía no tenemos suficiente de una sola fruta, hacemos, como ya es tradición, de nuestro defecto una virtud. Para el lonche dominical horneamos un pastel de tutti frutti: manzanas, peritas, blanquillos, un ciruelo. Asamos las frutas en mantequilla, azúcar rubia, canela y un toque de Ambrosía, y rellenamos con esta mezcla la deliciosa masa de pie que sacamos del divertido, claro y educativo libro Cocina de Colores de Karissa Becerra; se supone que es un libro para niños, pero, como Karissa me confesó, en realidad es un libro para los papás.

lonchecitoEste papá, por ejemplo, sí que lo disfrutó.

La Vida Nueva

rieles

Un día conté las veces que me he mudado de casa. Llegué a 17, y eso fue hace años. Entre ellas, una vez fue fuera de mi ciudad, una vez fuera de mi país. Esta espero que sea la definitiva. Primero, porque amo este lugar. Segundo, porque esto es agotador. Han sido meses de preparación (cambiar a Micael de cole, encontrar local para la heladería y casa y un larguísimo etcétera) que han culminado en tres días, cómo decirlo, horribles. Hasta ahora no entiendo cómo en ese lapso logramos poner toda nuestra casa llena de cachivaches en un camión,

vacio viejo

deshacernos de otro cerro de cachivaches (vivan los Traperos de Emaús) y ponerlo todo en esta casa en las afueras de Cusco, en plena temporada de lluvias.

Los dos primeros días estuvieron teñidos de una sensación de desesperanza; nuestras cosas habían sido tiradas como sea en la sala, no había espacio ni para caminar, la luz azul de los ahorradores nos estaba congelando el corazón y encontrar algo era como estar atrapado en un juego de Memoria en 3D. Has visto el café? Sí, en una de esas cajas estaba, espera… Ah, aquí está el molino de café. Y el café, dónde estaba? Ya! Encontré la cafetera! Pero no sé dónde está el hervidor. Y el molino? Uy, acabo de verlo, pero ya no sé en cuál caja… La sala parecía una versión maligna del Cuarto de los Requerimientos de Hogwarts. Lo que necesitabas estaba sin duda alguna allí, pero te sería imposible encontrarlo.

caos nuevo

El primer día que Micael durmió en casa todo empezó a adquirir sentido. Para empezar, habíamos logrado reunir el café, el molino, el hervidor y la cafetera. Nuestras lámparas con luz amable estaban cambiando el filin de la casa, que, debo admitirlo, es de una exquisita combinación de los estilos narco y neoinca. Como pueden ver por la foto de arriba.

Celeste había amado su primera manzana cosechada de nuestro jardín.

manzanita

Frank había plantado el suche hijo del suche de mi Nonno.

suche 1 suche

Y la alegría de Micael me había tranquilizado; no es que no estemos locos al habernos venido hasta aquí, pero hay una lógica en nuestra locura. Lo comprobé cuando Mica salió corriendo al ventanal del segundo piso cuando escuchó el pito del tren; nos hemos mudado en el momento preciso, cuando él todavía puede sentir que esto es como una escena de El Castillo en Movimiento.

Nuestra vida ha cambiado por completo. Nos despertamos temprano y descansados; caminamos por las vías del tren por las mañanitas para llevar a Mica al colegio, bien encapuchados por la lluvia; comemos pan fresco de Oropesa; por las tardes tomamos el té con galletas recién horneadas. El día es largo y todo a nuestro alrededor hay cerros con pinos y eucaliptos. Ayer salimos a reconocer nuestro barrio: un centro arqueológico ejemplar, una cascada, caballos que nos observaron hermosos.

lindos niños arqueo caballitos

Creo que hemos hecho bien.

ale en el jardin