Pedí una langosta y me trajeron un poema. Fue el viernes en el
Rafael, adonde fui con F para celebrar el tercer año desde el primer beso. Era un nido de espuma del color de la vainilla, alrededor de flores amarillas y violeta. Nunca había visto algo así. Nunca había comido algo así. En un bocado tenía la espuma de trufa y un trozo sutil de langosta en mantequilla de coral; en otro un trozo igual resultaba ser un gnocchi que cedía, complaciente; en otro una cinta de mango me hacía querer llorar. Nunca antes un plato me había conmovido tanto.
Pero iba a ser la noche más mago de todas y esta no iba a ser la última sorpresa que sacara del sombrero. Ya estábamos rosados por el champagne ruborizado que nos regaló Rafael, cuando, amoroso y divertido, nos trajo un postre misterioso, una bóveda de chocolate con lunares rosa. El chiste de la noche: yo tratando de partir la corteza de chocolate sólido con el tenedor, con todas mis fuerzas, F ayudándome al final. Cuando logramos abrirla me encontré con
esto.

(Sí.)
wow!
ResponderEliminarcon todas tus fuerzas
Cuando me mandan la invitacion?
ResponderEliminarpronto, pronto.. gracias por visitar! muchos abrazos, ccs, tilsa.. sí, en efecto hasta ahora no me repongo!
ResponderEliminar!A la oportunidad la pintan calva...¡
ResponderEliminarCrei que Frank estaba esperando que estes calva!!!
Preparare los camellos para la caravana de presentes.
Suyuntu Rider
Sí, por suerte la novia sigue con cabellera... un poco plateada pero abundante al fin...
ResponderEliminarLos camellos encontrarán pasto fresco y granos de café para reponerse del camino.
Gracias, Papá.