Cómo hacer hermosas cometas (que no vuelan)
La culpa la tiene el viento. En más de un sentido. Un día estaba trabajando en mi oficinita, y desde mi ventana veía los árboles doblarse hasta casi tocar el suelo. Lo comenté en el facebook, y mis amigas cusqueñas Tania y Mili me explicaron que así es en agosto, el mes del viento y de las cometas. El plan para hacer nuestras propias cometas y salir a volarlas fue el paso siguiente y obvio.
La cita fue en Llaullipata, una de las partes más bellas de Cusco, en casa de Anita Milla. No en vano tiene ahí una de las mayores atracciones de la ciudad, el Planetarium; esta ex hacienda descansa tranquila sobre la ciudad, rodeada de árboles, muy cerca del cielo. Cuando llegué, cargada de niños y dulces, me encontré con una especie de clase de manualidades en un nido con niños gigantes.
Había cometas en distintos estados de fabricación. Hasta habían hecho una cometita especial para mi pequeña Celeste.
Sofía, la pequeña –y perfecta- anfitriona, no podía más de felicidad.
Y cuando mi hijo Micael hizo su propia cometa, siguiendo las indicaciones de Tania (que ya las había hecho, y volado con eficacia, con sus sobrinos), su concentración total me hizo descartar definitivamente el trillado diagnóstico que una vez le hicieron. ADHD las wiflas!
Lo lindo es que trabajaban todos. Mamás,
abuelas,
hermanitas.
El único que no hacía nada era Ken. Estaba ahí chocho, sentado en un sofá sobre otro sofá, con su look McCartney-en-Abbey-Road. Tal vez eso fue lo que hizo que la rubia se sentara a su lado. Eso, o el dudoso trago azul que le dio. Chicas, ya saben. Nunca acepten tragos azules de hombres descalzos en terno. Después te empiezan a hablar de una chica que entró por la ventana del baño, y terminas semidesnuda, con la mirada en el vacío y una estúpida sonrisa clavada en la cara.
Anita, en cambio, demostró que de hacendosa no la gana nadie. El domingo anterior había preparado nuestro encurtido de rocotos. Qué orgullo!
Después de algunas horas y un opíparo picnic, las cometas estaban listas y preciosas.
Mica aprendió a enrollar su pita huáscar para la cometa (que el siempre me había pedido como ‘pita huasca’ para sus trompos. Pensé que era porque hacía que el trompo girara como borracho.)
La idea era ir a la explanada que está al lado del Cristo Blanco, donde hay campo abierto y buen viento. Pero había una cancha ahí al ladito, y estaba linda, y de pronto ir hasta el Cristo Blanco dejó de parecernos buena idea.
mientras llegaban los demás con sus cometas. Y cuando empezaron a probarlas,
nos dimos cuenta rápidamente de que algo no andaba bien.
Nuestras cometas se empezaron a romper en pedazos. Eso sí, nadie les quitaba lo hermosas. Tal vez debimos usar carrizo en lugar de ñihua, explicó Tania. Tal vez el viento estaba demasiado fuerte. Tal vez había que ir al Cristo Blanco.
Donde hacía mucho mucho frío y nuestras cometas terminaron más castigadas aún.
Pero en el cielo había bandadas de cometas, como aves migratorias que no se deciden a irse.
La única cometa que no se rompió fue la minicometa de Celestita.
Dani, la preciosa hija de Mili, hasta logró hacerla volar.
Cuando todas las cometas menos esa se rompieron, capitulamos, nos comimos la torta de chocolate que abre esta entrada y compramos cometas modelo spiderman, bien feas, pero de volar, volaban.
¿Y a quién le importa eso? Lo más importante de una cometa es que haya nacido rodeada de niños chiquitos y gigantes cortando y pegando papeles de colores, y que al final del día, el suelo quede regado de corazones.
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La cometa teórica
{ Instruccional protagonizado por Tania Castro, poeta, actriz, narradora de cuentos, maestra y experta en la fabricación de cometas hermosas e inútiles }
Haces una estructura con carrizo (no ñihua) y la atas con pita huáscar, o con pabilo. Refuerzas las junturas con tape.
Colocas tu cometa teórica sobre un pliego de papel de seda.
Recortas el papel unos centímetros alrededor de la estructura.
Pegas con cola sintética el papel sobre la estructura.
Decoras la cometa como te dé la gana.
En la parte de atrás haces una pequeña red para centrar la pita con la que harás volar la cometa.
Haces una cola con lo que quieras, la pegas en la cometa, y listo. La llevas a que todos admiren cómo decora el suelo.
{ ok, ok; si tienes suerte y el viento está vigoroso pero no violento, también podrás verla volar. te sentirás enormemente feliz. }
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