La vida en un árbol


Lo primero que uno ve cuando llega a la casa es el suche. Mejor dicho, el Suche, con nombre propio. Siempre ha estado allí (‘siempre’, es decir, toda mi pequeña vida), desde que era niña y el olor de sus flores marcaba el inicio de una breve temporada en el paraíso. Este fin de semana volví a la casa de mi abuelo, el Nonno Arrigo, en Chaclacayo, y Frank llevó unas buenas tijeras de podar porque había notado que muchas ramas del gigantesco suche se estaban picando.

Mi Nonno está en otro lugar, despidiéndose despacio de la vida, y curar este árbol que está a la entrada de su casa es una manera de rendirle tributo, de agradecerle los fines de semana y las vacaciones en Chaclacayo, con los pétalos de cera fragante de las flores del Suche que siempre estaban regadas en el suelo alrededor del árbol. Cuando salí de la casa y vi a Frank trepado en una rama podando, y al pequeño Micael sentado en otra rama, comiendo una pera, me di cuenta de lo excepcional que es ahora, en mi vida citadina, ver una escena así. Y pensé lo privilegiada que ha sido mi infancia campestre. Ir por las mañanas con el Nonno a visitar a las gallinas y recoger los huevos en una canasta de metal. Chupar por un agujerito en la cáscara el huevo crudo, tibio, nutritivo. Correr por el jardín en la mañana, sintiendo el rocío y el pasto afilado en las plantas de los pies. Oler la llegada de la tarde bajo los árboles y escuchar el sonido de la acequia al salir a caminar por las calles de tierra. Este fin de semana, por la tarde, tomando un té en la pérgola después de un día de trabajo físico, apareció Micael como un pequeño salvaje, con la cara negra, un báculo de bambú en cada mano y el enorme cachorro, Paco, a su lado. Esto le hace tanto bien. Hace un par de semanas hasta olvidó su miedo a la oscuridad y atravesó todo el jardín, desde la cabañita de mi padre hasta el auto, para recoger su linterna y explorar la noche.

Verlo tan tranquilo, sentado en una rama a metros del piso, me regresó a mi propia infancia, que pasé en gran parte trepada en las copas de los árboles de palta de mis adorados primos Tarik, Karel y Katerina D’Onofrio, que vivían a una cuadra en Chaclacayo. Los árboles eran nuestras naves espaciales, nuestros planetas, nuestras estaciones, y nos paseábamos como monos de rama en rama, de un árbol a otro; si no tienes miedo, no te caes.

Hace unos meses le pedí a Florencio, fiel mano derecha de mi Nonno, que me diera una rama del Suche para plantarla en mi casa. La rama vive en un macetón al lado de la puerta de entrada, donde le cae siempre el sol. Después de que se le cayeran todas las flores, y de tomarse su tiempo para echar raíces, ha prendido y está floreciendo. Espero que podamos salvar al Suche. Pero es un alivio saber que una parte de él está aquí, y que está bien.

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8 comentarios:

Anónimo dijo...

( ( es emocionante leerte ) )

kiki's dijo...

Ale... me haces llorar...
te quiero tanto,
ila

Alessandra Pinasco dijo...

Yo los quiero mucho, a uds, Ilaria y Anónimo.

* * *

Anónimo dijo...

Ale, me encanta tu blog, me encanta tu vida. Una pregunta: Dónde se consigue harina integral en Lima? Y otra: Nunca te pones de mal humor?
Te admiro, no es broma
Maria Luisa

Alessandra Pinasco dijo...

Eeeee recién veo tu comentario, María Luisa!

La harina integral se consigue, hasta donde sé, en dos partes: Madre Natura (en Chiclayo con Comandante Espinar, y hay otra por La Encalada) y en la bioferia de Miraflores (parque Reducto, todos los sábados a.m.).

Sobre la otra: el mal humor es uno de mis grandes enemigos. La tristeza es otro. El desorden, uno más. Pero como esta vida es la única que me ha tocado (al menos como Alessandra Pinasco) he decidido que voy a olvidarme de esa idea que siempre ha estado en el fondo de mi cabeza: de que esto es un ensayo, que lo de verdad viene después. Solo tengo una realidad y está en el planeta Tierra tal como es. Ahora. Da miedo, no? Pero no hay tiempo, pues, para estar de mal humor. (Me lo estoy diciendo a mí misma ahora).

Yo te admiro a ti.

Un abrazo fuerte

A

paloma dijo...

Que lindo blog, inspirador realmente, voy a aplicar lo de la cosecha de moras , estamos en temporada!!!

Alessandra Pinasco dijo...

Esooo! A cosechar! Que ya empieza el mes mora-do!

Gracias mil,

Alessandra

Anónimo dijo...

Hola, no nos conocemos pero buscando algo sobre la especie que llamamos ¨suche¨, los limeños al menos, encontré tu artículo. Quería agradecerte porque solo buscaba información y , además de conseguirla (me alegró aprender que puedo reproducir el árbol a partir de una rama) disfruté leyendo. Pocas veces he disfrutado en internet algo escrito tanto como si estuviera en un libro, saludos, Sergio.