Una taza de nada, por favor

 

“La Miss dice que los budistas no creen en nada”, me dijo Micael el otro día. Ahogué mis ganas de decirle, indignada, que qué sabía la Miss sobre el budismo; en lugar de eso le pregunté en qué contexto lo había dicho, y me dije que la Miss me había regalado la ocasión perfecta para hablar un poco de esto con mi hijo.

Los budistas, le dije entonces, creemos en muchas cosas.

Creemos, para empezar, en que todo lo que pasa es consecuencia de algo, y que todo lo que pasa causará otra cosa más. Si dejas algo tirado, por ejemplo, puede que después no lo encuentres, o que alguien se tropiece, o que se rompa. Y eso no sucede porque haya algún ser sobrenatural que te va a castigar por desordenado; pasa porque es una consecuencia lógica. (Las consecuencias lógicas, debido a que vivimos en el inconmensurable universo, un sistema enormemente complejo, a veces son imperceptibles para nosotros. Lo cual no quiere decir que no existan. Pero ya que vivimos dentro de este sistema, las consecuencias de lo que hacemos volverán a nosotros. No, le repetí, como un castigo; es como cuando fastidiaste a ese perrito y te mordió, te acuerdas?)

Otra cosa que creemos los budistas es que todos estamos conectados. Los árboles, por ejemplo, qué necesitan para vivir? “La tierra. Y el agua. Y el sol”. Claro. Entonces, en cada árbol hay todo eso; hay la tierra en la que crece y de la que se alimenta, el agua que tomó por sus raíces, la luz que comió por sus hojas. Y qué pasaría si los árboles no tuvieran todo eso y se murieran? “No tendríamos aire.” Y la Tierra, además, se calentaría demasiado y nos moriríamos de calor. Por otro lado, cuando nos morimos nos convertimos en tierra, en abono para los árboles. Así que somos también árboles, y sol, y aire, y agua… Y además de estar tan relacionados con los árboles, también somos parientes de los animales, de las piedras, de las estrellas.

“De las estrellas, mami?” Sí; todo lo que está en el planeta Tierra está hecho de moléculas que son polvo de estrellas; de una gran nube que se juntó en una masa que se convirtió en el planeta y de la cual se generaron todas las formas de vida que conocemos. Así que, cuando de noche mires el cielo, recuerda que de eso estamos hechos.

Creemos también que es muy importante aprender a no estar siempre pensando en otra cosa, sino estar en el presente. Pero como eso es tan difícil, tenemos que practicar,  y eso lo hacemos meditando. “Ah! Cuando ponemos las manos así y nos sentamos mirando la pared!” Exacto.

Además, creemos que las cosas no son buenas ni malas; simplemente son. Por ejemplo. Si yo te castigo, para ti es algo malo, no? “Malísimo.” Pero en realidad lo hago para que aprendas, para que seas un niño con quien a la gente le gusta estar y que tengas una buena vida, entonces no es tan malo, no? O como tu abuelo, que se rompió el pie y tuvo que estar en cama, entonces él aprovechó para leer y ver películas y recibir visitas, cuando podría haberse estado quejando de no poder hacer esto o el otro, o de no poder montar su moto… Entonces en eso también creemos los budistas. En que es importante recordar que las cosas que pasan no son buenas ni malas. Que eso depende de cómo nosotros las ‘vestimos’. ¿Ves Mix? Los budistas creemos en un montón de cosas.

*  *  *

Claro que a lo que probablemente se refería la Miss era a que no creemos en un Dios creador. El Buda, si bien había llegado a la conclusión de que no era posible que el universo hubiera sido creado por un agente externo, anterior al tiempo y ajeno a la física, siempre evitó hablar del tema. ¿Porque no era relevante? le pregunté hace poco a mi maestra. “Porque no era relevante delimitarlo con palabras”, aclaró.

Por otro lado, en Lima hay un grupo de meditación budista zen en la parroquia San José, iniciado por un sacerdote católico alemán. El respeto que tiene el zen hacia lo que suceda en la mente/corazón de cada practicante hace que esto no sea tan extraño como suena.

Porque en mi caso, una de las cosas que más me atrajo al budismo, y al zen en particular, es que es un descanso de las demandas constantes que nos impone la sociedad que nosotros mismos hemos construido. No quiero decir con esto que no sea una práctica exigente. Pero algo en mí reposa al entrar en el dojo, donde el tiempo no se detiene sino que transcurre por sí mismo, donde hay suficiente silencio como para que resuenen las campanas tangiblemente en el aire y nuestros oídos beban sus ecos con sed, donde el antiguo texto que Dogen Zenji escribió en el siglo XIII me indica cómo colocar las piernas, las manos, los hombros, la cabeza, hasta los ojos y la lengua durante la meditación, pero nunca lo que debe suceder en mi mente/corazón, más allá de recomendarme dejar que los pensamientos se vayan, como quien no se sube al micro. Todo esto es un antídoto contra los carteles publicitarios y los dictámenes morales de la religión en que fui criada y lo que la sociedad, como un moscardón invisible, me dice que debo pensar y hacer y querer. Me da un poco de nada. Y créanme, refresca mejor.

 

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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente.

Leerlo ha sido un placer; tiene que ver con el camino del goce de las letras. Todavía hay seguidores de la exquisitez de los textos.

Y sobre el fondo, desde luego que te confronta con lo más misterioso y esencial de las existencias. La consecuencia de los actos, la conexión con el mundo, la serenidad al enjuiciar los hechos, y la necesidad de salir las tiranías de los apegos y necesidades, son sabias enseñanzas para enriquecernos y fortalecer nuestros brazos.

Gracias por recordarlo.

Alessandra Pinasco dijo...

Muchísimas graacias, Anónimo... Qué alegría que hayas sentido así el texto. Aún estoy un poco temerosa por haber tenido el atrevimiento de tocar este tema en el blog, todavía no estoy segura de haber entendido nada pero igual es maravilloso poder compartir este no saber con los lectores de Hecho en Casa.
Un abrazo,
Alessandra

Unknown dijo...

Que bonito escribes Alessandra! No te limites a un blog, escribe un libro!
Carinos,
Aileen Moncur

Alessandra Pinasco dijo...

Aileen, qué gusto y cuánto tiempo! Te cuento que disfruto mucho del formato de blog; me gusta poder poner de frente lo que pienso, casi sin editar, y me encanta saber que hay una relaciòn inmediata y recíproca con los lectores. Todos, juntos, hacemos el blog.
Publiqué en el 2007 un librito de poemas, Lost and Found, y estoy preparando uno nuevo; creo que cada gènero tiene su onda, no?
Pero cuèntame de ti!
Un besote,
Ale