La vida es una tómbola
Hace como un mes fue el cierre de carnavales del mercado de Vinocanchón, en mi barrio, San Jerónimo. El jueves anterior había sido la fiesta de comadres, y el trasanterior la de compadres, por lo que esa semana el mercado estuvo poblado de figuras como esta, por la coyuntura pues.
Aquí unas imágenes del pasacalle, que terminó en el mercado y en una gran borrachera (no nuestra). Me había estado dando de latigazos por no postear esto antes, pero creo que es el momento preciso.
Con ustedes mi gran favorita.
No sé quién se supone que sea, tal vez un personaje del barrio. {Nota posterior: Mariana Alegre sospecha que es Eliane Karp. Yo también, por el contexto, pero… en serio???}
Un close up para que la admiren:
“Está tan guapa como usted” me dijo su creador, galante. “Cómo va a ser, le dije. “Está mucho mejor.” Vean si no.
Por si los personajes y los hermosísimos trajes fueran poco, la comida era deliciosa. Como por ejemplo, esta gigante chapana con miel y grageas de colores, carnavalera como ella sola.
Y este chicharrón, con su ensalada de hierba buena y cebollita, papas doradas y su mote. Mm. De rechupete.
El pasacalle, dice, empezaba a las 12. Por eso, dos horas más tarde todos estaban listos. Bien sazonados, con la cara adornada con polvos rosados, con la barriga llena y las piernas listas para llegar al mercado bailando. Sea cual sea la edad.
O la especie.
O llevando extrañas criaturas a cuestas.
Unos días después fuimos al cierre oficial del carnaval, en la Plaza de Armas de Cusco. Fue horrible. Las comparsas caminaban sin ganas hasta llegar al estrado que se había puesto en el atrio de la Catedral, donde un locutor nos estaba trepanando el cerebro con su verborrea rimbombante y acartonada. Recién ahí las comparsas se ponían a bailar para los dignatarios que tan frecuentemente afranelaba el locutor. Algunos de los asistentes, determinados a dejar claro que esto era un carnaval, no Fiestas Patrias, llenaban de espuma las caras de otros asistentes determinados. Por qué no le tiran un globo al locutor, decía Frank. No nos quedó ninguna duda de cuál pasacalle preferimos.
Que esto sirva pues como un homenaje a nuestro país (nuestro, de todos, sea cual sea el color, el apellido o la manera de ganarnos la vida). Y que avancemos bailando, juntos. Porque creo que eso es lo que nos falta.
1 comentarios:
Ale querida la vida, en la manera que lo escojas, a pesar de todo es UN CARNAVAL!!! Gracias por compartir la celebracion de tu barrio!!! Linda forma de vivir!!!
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