Pancitos de desayuno


Es duro salir de la cama a veces. Afuera hace frío y el sueño siempre me queda corto. El día se asoma lleno de posibilidades y de peleas contra el reloj. Peor si a mi lado está el bebé calentito durmiendo como un gato, y al otro lado mi esposo durmiendo como un león. De dónde saco el coraje para salir del capullo?

   

De la idea del desayuno. De pensar en empezar el día con un olor delicioso saliendo del horno, y luego sentarme a la mesa con una taza humeante (el frío le saca un vapor bien cinematográfico) y en el plato algo que huela a la primera mañana del mundo.

Para poder asegurarte un desayuno feliz, tienes que tener siempre en casa un stock de harina, mantequilla, leche o crema, porsiaca polvo de hornear, y huevos. Sales de la cama, te envuelves en una bata abrigadita y mientras planes qué vas a preparar el día se empieza a perfilar mejor.
















Tal vez no me había dado cuenta de cuán importante es para mí la primera comida del día hasta que hace poco nos visitaron mi cuñado y su novia, que disfrutaron nuestros desayunos como un niño en una dulcería. Mi familia ya está acostumbrada y les parece normal que un día cualquiera haya en la mesa scones, hotcakes, panqueques o waffles de polenta. Christian y Julia, en cambio, me pidieron entre bocado y bocado que por favor por favor postee las recetas en el blog. Así que gracias a ellos y al pedido de Anónimo de que me ponga las pilas, aquí viene uno de mis desayunos favoritos. Los pancitos, o biscuits. Los he preparado, con variaciones, desde que tenía ocho años. Cuando nos íbamos a pasar el día a Punta Hermosa era la encargada de hacer una tanda y meter los pancitos (los hacía en forma de sapo) en la canasta del picnic. Asi que son, en cierto modo, algo de todos los días. Por otro lado, son algo de otro mundo. 



Pancitos

2 tz. (280 gr.) de harina sin preparar
2.5 cdtas. de polvo de hornear
1 cdta. de sal marina fina
1/3 tz. (75 gr.) de mantequilla con sal, fría, en cubos
2/3 tz. (165 ml.) de leche fresca fría

Precalienta el horno a 220 º C.

En un tazón mezcla el harina, el polvo de hornear y la sal. Añade los cubos de mantequilla. Con un cortamasa, o con dos cuchillos, corta la mantequilla dentro de la harina, hasta tener una mezcla grumosa. 
Con un tenedor, revuelve la masa mientras añades en un chorro la leche. Mezcla hasta apenas incorporar la leche.
Enharina ligeramente tu mesa de trabajo. Voltea la masa sobre la mesa. Amásala muy, muy ligeramente: presiona con la muñeca sobre el centro de la masa alejándola de ti, regrésala sobre sí misma y dale un cuarto de giro. Repite esto cuatro veces. Forma con las manos un círculo y aplánalo con la palma de las manos para formar un disco de unos dos o tres centímetros de alto.  
Con un molde circular enharinado de unos 5 o 6 cm. de diámetro, o con una copita enharinada, corta pancitos y ponlos sobre una lata sin engrasar. Junta la masa sobrante, sin manipularla mucho, y sigue cortando pancitos.
Hornéalos durante unos 15 minutos, hasta que estén dorados en la base. Sírvelos inmediatamente, con mantequilla y miel en la mesa.

* VARIACIÓN *
Con manteca de cerdo quedan increíbles, aunque el sabor es bastante menos neutro. Simplemente sustituye la mantequilla por manteca. En Cusco la encuentras en el mercado de Vinocanchón, en el puesto 29 la sección de carnicería, a S/. 5 el kilo.

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5 comentarios:

Anónimo dijo...

Mañana mismo la hago!!!!, pero como soy un poco neutra para la repostería empezaré a las 5:00 AM a ver si saco algo decente para el desayuno :)

Alessandra Pinasco dijo...

Puedes también prepararlos la noche anterior y refrigerarlos cubiertos en papel film, así por la mañana solo calientas tu horno, los horneas y eres felizzzz

PATRICIA dijo...

los estoy honeando ahorita les cuento

PATRICIA dijo...

deliciosos esponjosos calientes crocantes muyyyy buena receta gracias

Alessandra Pinasco dijo...

Ana Patricia... Qué alegría que los hayas preparado y te haya ido bien!!!! Yupi!!!!
Un abrazo y muchas gracias por confiar en este espacio.
Alessandra